Iconos: Mark Lanegan

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12/12/20245 min leer

¿Sabías que Mark Lanegan, el emblemático vocalista de tono áspero y rasposo de Screaming Trees, fue una de las voces más infravaloradas pero, al mismo tiempo, una de las más influyentes en la historia del rock? Mientras que la escena grunge de Seattle es comúnmente asociada con nombres tan emblemáticos como Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden, fue la profunda y melancólica voz de Lanegan la que ofreció una dimensión cruda y bluesera al movimiento, mucho antes de que el grunge adquiriera su denominación formal.

Una anécdota fascinante es que Kurt Cobain, el líder de Nirvana, era un ferviente admirador de Lanegan. De hecho, ambos compartieron una estrecha amistad y colaboraron en un proyecto conjunto de versiones de canciones de Lead Belly. Aunque dicho álbum nunca llegó a completarse, su relación fue muy profunda, y como muestra de su afecto, Mark Lanegan versionó la mítica "Where Did You Sleep Last Night" como un emotivo tributo a Cobain tras su trágica muerte.

Más allá de su indiscutible talento musical, Mark Lanegan libró durante toda su vida una feroz batalla con sus propios demonios internos. Las luchas de Lanegan contra la adicción fueron bien conocidas y ampliamente documentadas. Él mismo llegó a afirmar que estuvo tan perdido en la oscuridad de sus problemas que "no debería haber sobrevivido a los años 90". Sin embargo, en un acto de resiliencia admirable, Lanegan superó sus dificultades personales y emergió más fuerte que nunca, convirtiéndose en uno de los colaboradores más prolíficos y respetados en el ámbito del rock alternativo. Su voz única y conmovedora aportó una profundidad sombría a cada uno de sus proyectos, ya fuera con Queens of the Stone Age, Isobel Campbell, Greg Dulli, o incluso con artistas electrónicos como Moby.

A lo largo de los años, Lanegan continuó desafiando los límites de la música y de su propio ser. En sus últimos años, nos regaló álbumes en solitario profundamente introspectivos, los cuales reflejaban sus vivencias más personales y su doloroso proceso de sanación. Además, escribió una autobiografía impactante titulada Sing Backwards and Weep, en la que narró sin censura sus luchas y triunfos. A pesar de su salud deteriorada, en 2021 luchó contra una batalla casi fatal contra el COVID-19, una prueba más de su tenacidad y su incansable voluntad de vivir. Lamentablemente, el 2022 marcó el final de su viaje terrenal, pero su legado como una de las voces más poderosas y cautivadoras del rock contemporáneo perdura, enriquecido por la autenticidad de su sufrimiento, su lucha y su arte.

Mark Lanegan no fue simplemente un cantante; fue un narrador de las sombras del alma humana, un sobreviviente que superó sus propios límites y una leyenda del grunge cuya música sigue siendo un faro de inspiración para generaciones venideras. Su obra, marcada por la intensidad emocional y la sinceridad cruda, sigue siendo un testamento a la profundidad de su legado.

Hablar de Mark Lanegan no es solo hablar de una voz. Es hablar de una vida. De esas voces que arrastran polvo, sangre, tabaco y redención. De esas almas que no se esconden en la sombra porque les tocó, sino porque allí encuentran verdad. Lanegan no fue una estrella de rock al uso. Fue un poeta maldito, crooner de ultratumba y chamán del dolor, que dejó una de las obras más vastas, coherentes y emocionantes del rock alternativo moderno.

Los inicios: Screaming Trees y la génesis del grunge

Lanegan nació en Ellensburg, Washington, en 1964. A fines de los 80 formó Screaming Trees junto a los hermanos Conner. Si bien el grunge se suele asociar a Nirvana, Pearl Jam y Alice in Chains, Screaming Trees fue uno de los pioneros del sonido Seattle, aunque siempre quedaron como los marginados del movimiento. Su mezcla de psicodelia sesentera, garage y hard rock se consolidó con discos como Sweet Oblivion (1992), que contiene el hit Nearly Lost You (incluido en la banda sonora de Singles, de Cameron Crowe).

Pero mientras sus compañeros de escena reventaban estadios, Screaming Trees lidiaban con conflictos internos, drogas y una etiqueta que nunca les encajó del todo. Lanegan, ya entonces, empezaba a escribir en otra clave.

La carrera solista: blues, redención y oscuridad

Su debut solista llegó en 1990 con el impresionante The Winding Sheet, donde colaboraron Kurt Cobain y Krist Novoselic de Nirvana. El disco ya mostraba su otro camino: el de la balada sombría, el folk espectral, el blues desértico. Nada que ver con el grunge de estadio. Desde entonces, cada disco suyo fue un descenso consciente al infierno emocional.

Whiskey for the Holy Ghost (1994), Field Songs (2001) y el inmenso Bubblegum (2004) (donde participan PJ Harvey, Josh Homme, Greg Dulli y más) son pilares de una discografía brutal. En ellos, su voz —cada vez más rasposa y cavernosa— se convierte en vehículo de confesión y exorcismo.

Lanegan cantaba sobre adicciones, culpa, redención, espiritualidad, pero sin moralismo. Con la crudeza de alguien que estuvo al borde muchas veces.

Colaboraciones: el alma nómada del underground

Una de las características más notables de Lanegan fue su capacidad camaleónica para colaborar sin perder su esencia. Fue miembro de Queens of the Stone Age, donde dejó huella en discos clave como Songs for the Deaf (2002), donde su voz hace equilibrio entre la furia stoner y el lamento existencial.

También grabó varios discos junto a Isobel Campbell (ex Belle & Sebastian), creando una alquimia única entre su voz áspera y la dulzura de ella, como en Ballad of the Broken Seas (2006). Otro de sus grandes aliados fue Greg Dulli de Afghan Whigs, con quien formó The Gutter Twins, un dúo de rock gótico y apocalíptico.

Su prolífica carrera incluye colaboraciones con Soulsavers, Moby, UNKLE, Duke Garwood, entre otros. Lanegan podía aparecer en un disco de electrónica downtempo o en uno de folk psicodélico sin perder su firma.

Un escritor, un sobreviviente, un testamento

En 2020 publicó su brutal autobiografía, Sing Backwards and Weep, un libro crudo, descarnado, sin glamour ni mitología, donde narra sus años más oscuros de adicción, delincuencia, destrucción y resurrección. A diferencia de muchas memorias del rock, la suya no pide perdón ni busca glorificar. Es un acto de sinceridad radical. En 2021 publicó otro libro: Devil in a Coma, donde relata su lucha contra el COVID, enfermedad que casi lo mata y le dejó secuelas neurológicas severas.

Falleció el 22 de febrero de 2022, en Irlanda, a los 57 años. Su muerte fue un golpe seco. Uno de esos silencios que duelen porque sabés que nadie más va a sonar así. No hay reemplazo para una voz como la de Lanegan. Tampoco para su integridad.

Legado: el último romántico oscuro

Mark Lanegan dejó un legado imponente: más de una docena de discos solistas, decenas de colaboraciones, y un público que lo sigue descubriendo como un Leonard Cohen grunge, un Nick Cave con más calle, o un Johnny Cash del underground. Su obra habla con la voz de los que no se salvan, pero siguen caminando. De los que saben que la belleza puede estar en lo roto.

En tiempos de posturas, filtros y algoritmos, Lanegan fue siempre de verdad. Un artista de sangre, humo y carne viva. Su música no necesita estar de moda: es eterna, porque habla con el corazón desnudo.

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