
The Hives: del sótano sueco al trono del rock mundial
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10/25/20253 min leer
The Hives: del sótano sueco al trono del rock mundial
Si el rock and roll tuviera un manual de estilo, The Hives serían la portada. Impecablemente vestidos en blanco y negro, desafiantemente carismáticos y con una actitud que mezcla humor con furia punk, los suecos han demostrado durante más de 25 años que la elegancia y la locura pueden compartir escenario sin problemas.
Todo empezó en Fagersta, una pequeña ciudad industrial de Suecia, a mediados de los noventa. Allí, un grupo de adolescentes decidió formar una banda que combinara el salvajismo de The Stooges y MC5 con la precisión pop de The Kinks. Lo que no imaginaban era que estaban a punto de crear uno de los fenómenos más incendiarios del rock europeo moderno.
Los orígenes del caos
El quinteto —formado por Pelle Almqvist (voz), Nicholaus Arson (guitarra), Vigilante Carlstroem (guitarra rítmica), Dr. Matt Destruction (bajo) y Chris Dangerous (batería)— lanzó en 1997 su primer disco, Barely Legal. El título lo decía todo: juventud descarada, energía sin filtro y un espíritu punk que recordaba los primeros días de The Clash o The Damned. Aunque no fue un éxito masivo, llamó la atención de la crítica underground y del sello Epitaph, que pronto los reclutaría para su expansión global.
El gran estallido: “Veni Vidi Vicious”
El verdadero golpe sobre la mesa llegó en 2000 con Veni Vidi Vicious, un álbum que los catapultó al estrellato gracias a un himno que ya es historia: “Hate to Say I Told You So”. La canción, con su riff infeccioso y su actitud chulesca, se convirtió en la carta de presentación perfecta para una banda que parecía salida de un cómic de rock.
El éxito fue inmediato. The Hives empezaron a girar por todo el mundo, compartiendo escenario con The Strokes, The White Stripes o The Vines, formando parte de lo que la prensa bautizó como “el renacimiento del garage rock” de los 2000. Pero mientras otros se tomaban demasiado en serio, ellos lo hacían todo con ironía y una teatralidad deliciosa.
La era dorada: trajes, caos y disciplina
Su siguiente disco, Tyrannosaurus Hives (2004), consolidó su estatus de estrellas globales. Temas como “Walk Idiot Walk” y “Two-Timing Touch and Broken Bones” demostraron que podían mantener su esencia mientras pulían su sonido.
Lo curioso de The Hives es su equilibrio imposible: parecen desquiciados, pero cada gesto está calculado al milímetro. Pelle Almqvist es un maestro de ceremonias más cercano a un cómico punk que a un vocalista tradicional. Grita, provoca, juega con el público, pero todo dentro de un engranaje perfectamente sincronizado con el resto de la banda.
Detrás del humor y el exceso, siempre hubo disciplina. Ninguna otra banda suena tan feroz en directo y, a la vez, tan pulcra. Es rock con traje, pero sin corbata emocional.
La pausa y el renacimiento
Tras un periodo de silencio y proyectos paralelos, The Hives regresaron con fuerza en 2012 con Lex Hives, un disco autoproducido que recuperaba la crudeza del sonido clásico del grupo. Pero el verdadero renacer llegó en 2023 con The Death of Randy Fitzsimmons.
El título hacía referencia al misterioso “mentor ficticio” de la banda, Randy Fitzsimmons, quien supuestamente escribía sus canciones. Con ese álbum, The Hives demostraron que seguían siendo una de las bandas más vitales del planeta. El disco rebosa energía, humor negro y guitarras que parecen incendiar los amplificadores.
Canciones como “Bogus Operandi” o “Countdown to Shutdown” son himnos instantáneos que encajan perfectamente en su repertorio clásico, demostrando que el paso del tiempo no les ha restado ni un gramo de intensidad.
The Hives hoy: el rock como espectáculo total
En 2025, The Hives siguen girando por el mundo como si el rock fuera una religión que no piensan abandonar. Cada show es una explosión de energía: luces, trajes, discursos absurdos y una conexión con el público que pocas bandas pueden igualar.
Su secreto es simple: nunca se tomaron demasiado en serio. En una época en la que muchos grupos pretenden ser trascendentales, The Hives entienden que el rock también es diversión, actitud y sudor.
Pelle Almqvist lo resumió una vez así:
“Nuestro trabajo es simple: hacer que la gente salga de un concierto pensando que acaba de ver el mejor de su vida.”
Y lo consiguen. Siempre.
El legado del caos elegante
A día de hoy, The Hives no solo son una banda; son una marca registrada de energía pura. Han inspirado a decenas de grupos que buscan combinar estilo con contundencia, y su legado sigue creciendo con cada gira.
Desde los sótanos de Fagersta hasta los grandes festivales del mundo, su historia es la prueba viviente de que el rock todavía puede ser peligroso, divertido y sofisticado al mismo tiempo.
El 1 de noviembre en Barcelona será una nueva página en esa historia. Una noche para sudar, reír y gritar. Porque cuando The Hives están sobre el escenario, la única regla es dejarlo todo.





